8 horas son las que dura el recorrido en bus desde mi
ciudad, hasta mi destino, Málaga. Una tortura reflejada en asientos incómodos,
peste gatuna, si sales de día se te hace de noche y viceversa, y una cuantía
mayoritaria de situaciones y condiciones que hacen cuestionarme volver a
coger un bus para ir hasta Málaga. Pero sucede como en todo, en la vida, cuanto
mayor sea el sacrificio, el trabajo y tiempo otorgado a algo que de verdad
deseas, el premio es más satisfactorio.
Mi primera experiencia con Málaga se podría atribuir a este
proceso, después del tedioso recorrido, la llegada a la tierra andaluza fue algo
grandioso, quizás ante la necesidad de alejarme lo máximo posible del autocar,
y las ganas de emprender mi aventura, llevaron a mi ser, una multitud de
sentimientos donde la motivación y alegría mezclada, con la nostalgia que me
producía dejar mi hogar y mi gente se integraba en mi ser.
Al poco tiempo Málaga me enamoró, sus calles, su duende, su
arte, su clima, su gente (sobre todo tú, Jesús). Las similitudes que se crean
entre Málaga y Benidorm son diversas, y posiblemente gracias a ello, mi
integración aquí ha sido más satisfactoria y rápida que en otra ciudad.
“Málaga me mata” es el tema con que se nos presentó para hacer este texto, desde luego me mata,
porque el día que tenga que dejar este lugar una parte de mí quedará aquí para
siempre.
Atentamente, un valenciano orgulloso de vivir y ser acogido
en Málaga.
PD: ahora viajo en avión.
Yo también tengo que cogerlo. xd A mí me gusta llamarlo El Puto Alsa.
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