jueves, 2 de mayo de 2013

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Siente mi SWAG



Beezow Doo-doo Zopittybop-bop-bop en sesión, de nuevo. Ojalá esta entrada la escribieseis vosotros, porque sois mucho más interesantes que yo: hablo en serio, for real. Me gustaría que ese pincel que llaman destino redactase la carta que me une contigo, el lector, y que solo entonces, únicamente cuando de verdad hayamos aprendido a conocernos, empezase a hablar. Pero esta utopía, este maravilloso thug world no existe en ningún plano del universo que haya sido descubierto. Es por ello que empezaré a escribir ahora, con el ánimo de que algún día te pueda leer a ti.

Hace apenas unos días os comenté mi experiencia con el zulo de la UMA. No obstante, mi espectro de relatos se ha incrementado en vías absolutamente imprevisibles: i'm right here en la cárcel. Me han dejado el Wi-Fi porque solo estoy visitando al tío de uno de mis mejores amigos. En realidad todos mis amigos son mis mejores amigos, pero no me gusta decirlo delante de mis amigos para que no sientan que son menos amigos que los demás, ¿me explico?

He aprendido tanto en mi estancia aquí que me gustaría que reflexionarais sobre ello. La dictadura del poder secutirario se ha posado sobre mi ser, opresando mi día a día: no dejándome correr por los pasillos que llevan hasta la sala de visitas, no dejándome canalizar mi identidad, mi yo; convirtiéndome en un verde, como a mí me gusta denominarlos. Los verdes son aquellos especímenes que han dejado de creer en las tonalidades del universo, abandonando desde el blanco hasta el negro, incluyendo el azul oscuro y el lila, pasando por el yurmesa y el anacrilato. Para un verde ya solo queda el verde. Ese soy yo, amigos. Ahora soy un verde. Os quiero. Un beso,


Beezow Doo-doo Zopittybop-bop-bop

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