Abres tu facebook y de repente ves fotos de la
mayoría de tus amigos/as del instituto terminando la carrera y graduándose, incluso
algunos días antes has recibido una llamada de alguno de ellos que te invita a
que asistas a su cena de graduación. En ese momento dudas de si ir o no ir, de
que te gustaría estar en ese día tan importante para tu amiga, pero también
sabes que te va a joder ver como esa persona con la que has vivido los mejores
momentos de tu vida en el instituto ahora ha terminado la carrera mientras tú
la empiezas.
Aunque llevas tiempo sin verla decides no ir,
prefieres reunirte con ella en cualquier otro momento y celebrarlo en otras
circunstancias.
Pasan los días mientras meditas que has hecho con tu
vida en esos dos años que pasaron desde que acabó el bachiller y empezaste la
Universidad. Y fruto de la casualidad te encuentras con sus padres por la calle,
esos padres que también te han tratado como una hija. En ese instante, le
preguntas por la graduación de su hija y te cuentan todos los detalles radiantes
de felicidad y emocionados.
Entonces te das cuenta de que deberías de haber ido,
de que te alegras un montón por esa persona que forma parte de tu vida, de que
también llegará el momento en el que tú te gradúes y que sabes que ella va a estar
ahí. La llamas y la felicitas, te enorgulleces por ella y vas a las tres próximas
fiestas que hará para celebrarlo.
Mientras tanto, el resto de compañeros siguen
subiendo FOTOS, FOTOS Y MÁS FOTOS repetitivas de graduación, a lo que ya sabes que
dentro de dos años tú también repetirás las mismas FOTOS cuando te gradúes.
Por: Gálata Ludovisi.
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