"En el espacio, nadie puede oír tus gritos."
Se vuelve a abrir la puerta de las
críticas a una película que creó escuela, no solo por ser la
primera de una saga antológica obligadísima por los amantes del
buen cine, sino por ser esa película que conmocionó al público de
finales de los setenta, época del nacimiento de glorias como Star
Wars.
El genio Ridley Scott está en la
dirección de este título que en principio iba a llamarse Star
Beast (pudo caer en la trampa de
poner un título similar al de la película de George Lucas) pero, en
este caso, la producción dió en el clavo al convencer al director
para efectuar un cambio en el título.
Está
protagonizada por una jovencísima Sigourney Weaver que hace el papel
más rudo de su carrera, el de Ellen Ripley, el considerado por
muchos mejor papel de la historia del cine.
Etiquetada por muchos y por mí mismo
como el origen de la ciencia ficción moderna, aún hoy es capaz de
enamorar al espectador más exigente. Se trata de un film atemporal
al rededor del cual se han ido fundamentando casi todas las
producciones de temática espacial – alienígena. Ha servido de
inspiración en diversos videojuegos como el famosísimo Metroid
de Nintendo.
Quizás alguno de los lectores de esta
crítica más que amateur no haya visto aún la película. En ese
caso, lo mejor es viajar en el tiempo a 1979, llevar a ése
espectador despistado a la puerta de uno de los cines de la época y
darle argumentos en pro de visualizar dicha película.
Es más que provable que el susodicho
quedase impactado por la revolución cinematográfica que supuso La
Guerra de las Galaxias,
estrenada tan sólo dos años antes. El plantel de la ciencia ficción
había dado una vuelta de tuercas de sobra considerable y lo normal
es que en su mente no quepa una concepción más revolucionaria.
Error.
Estamos
hablando de una película que se desvía de las luces epilépticas de
las espadas láser y de las naves monoplaza vistas en el nombrado
título. El planteamiento de Alien
expone una visión algo más realista, no regala disparos ni enemigos
temibles con nombres rimbombantes, va algo más allá, como es el
miedo a lo desconocido. El terror que causa saber que en el vehículo
en el que viajas a través del espacio hay algo que jamás ha visto
el ser humano; un depredador voraz que juega con la tripulación como
lo hace un gato que juega con un ratón, antes de comérselo.
Quizás
nuestro espectador viajero en el tiempo encuentre argumentos
suficientes para entrar y deleitarse con semejante obra de arte, o
decline la propuesta decidiéndose por los mamporros gratuítos de la
segunda parte de Rocky
estrenada por las mismas fechas. En el caso de la primera elección
es más que probable que descubra la saga que marcará su visión de
la ciencia ficción. En el caso de la segunda opción no hay de qué
preocuparse, pues mientras el está sentado, disfrutando de sus
palomitas viendo a Silvestre Stallone repartiendo guantazos como
quien regala flores, en la sala de al lado está naciendo una
cuatrilogía que cambiará, a su manera, la historia del cine.
- Fin del informe.
F.L.A.S.H.
Peliculón, me encanta, a comienzos del curso me vi las 4 pelis en pocos dias y en navidad volvi a ver la primera.
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