martes, 12 de marzo de 2013

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Alien, el octavo pasajero.



"En el espacio, nadie puede oír tus gritos."

Se vuelve a abrir la puerta de las críticas a una película que creó escuela, no solo por ser la primera de una saga antológica obligadísima por los amantes del buen cine, sino por ser esa película que conmocionó al público de finales de los setenta, época del nacimiento de glorias como Star Wars.

El genio Ridley Scott está en la dirección de este título que en principio iba a llamarse Star Beast (pudo caer en la trampa de poner un título similar al de la película de George Lucas) pero, en este caso, la producción dió en el clavo al convencer al director para efectuar un cambio en el título.

Está protagonizada por una jovencísima Sigourney Weaver que hace el papel más rudo de su carrera, el de Ellen Ripley, el considerado por muchos mejor papel de la historia del cine.

Etiquetada por muchos y por mí mismo como el origen de la ciencia ficción moderna, aún hoy es capaz de enamorar al espectador más exigente. Se trata de un film atemporal al rededor del cual se han ido fundamentando casi todas las producciones de temática espacial – alienígena. Ha servido de inspiración en diversos videojuegos como el famosísimo Metroid de Nintendo.

Quizás alguno de los lectores de esta crítica más que amateur no haya visto aún la película. En ese caso, lo mejor es viajar en el tiempo a 1979, llevar a ése espectador despistado a la puerta de uno de los cines de la época y darle argumentos en pro de visualizar dicha película.

Es más que provable que el susodicho quedase impactado por la revolución cinematográfica que supuso La Guerra de las Galaxias, estrenada tan sólo dos años antes. El plantel de la ciencia ficción había dado una vuelta de tuercas de sobra considerable y lo normal es que en su mente no quepa una concepción más revolucionaria. Error.
Estamos hablando de una película que se desvía de las luces epilépticas de las espadas láser y de las naves monoplaza vistas en el nombrado título. El planteamiento de Alien expone una visión algo más realista, no regala disparos ni enemigos temibles con nombres rimbombantes, va algo más allá, como es el miedo a lo desconocido. El terror que causa saber que en el vehículo en el que viajas a través del espacio hay algo que jamás ha visto el ser humano; un depredador voraz que juega con la tripulación como lo hace un gato que juega con un ratón, antes de comérselo.

Quizás nuestro espectador viajero en el tiempo encuentre argumentos suficientes para entrar y deleitarse con semejante obra de arte, o decline la propuesta decidiéndose por los mamporros gratuítos de la segunda parte de Rocky estrenada por las mismas fechas. En el caso de la primera elección es más que probable que descubra la saga que marcará su visión de la ciencia ficción. En el caso de la segunda opción no hay de qué preocuparse, pues mientras el está sentado, disfrutando de sus palomitas viendo a Silvestre Stallone repartiendo guantazos como quien regala flores, en la sala de al lado está naciendo una cuatrilogía que cambiará, a su manera, la historia del cine.

  • Fin del informe.
F.L.A.S.H.

1 comentario:

  1. Peliculón, me encanta, a comienzos del curso me vi las 4 pelis en pocos dias y en navidad volvi a ver la primera.

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