sábado, 6 de abril de 2013

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El aplastamiento de los gays

Yo no sé, mirá, es terrible cómo hay tantos gays en la facultad de comunicación. Están todo el tiempo, afuera tupidos y grises, aquí contra el balcón con sus peinados cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro qué insoportable. Ahora aparece un gay en lo alto del marco de la ventana, se queda temblequeando contra el cielo que lo triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendido con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes mientras le crece la barriga, ya es una situación insoportable que cuelga majestuosa y de pronto zup ahí va, plaf, deshecho, nada, una viscosidad en el mármol. La facultad está plagada.

Pero hay gays que se suicidan y se entregan en seguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran, me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que los emborracha en esa nada del caer y aniquilarse.

Tristes gays, redondos inocentes gays. Adiós gays. Adiós.

Por Gabriel Vargas Zapata




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