Si
tengo que escribir de algo en pantalla chica, no puedo dejar pasar la
oportunidad de escribir de lo que siento por una serie que marco mi
infancia, todos los días: “El chavo del ocho”.
Se puede escribir hoy de series impresionantes, con presupuestos enormes, con una tecnología que vislumbra, pero no, prefiero volver a mi remoto pasado y contar lo que me producía ver esta increíble teleserie hecha con una humildad y una pasión que pocas han logrado.
Como
no acordarme de ese querido barril y de esa vecindad que tardes y
tardes enteras me hicieron reír hasta el hartazgo. El chavo fue una
comedia infantil que no se podía dejar ver, llegabas del colegio
descansabas un rato, prendías el televisor y ahí estaba, era como
parte de la casa, cómo si fuera uno más de la familia. Era tan
cotidiano y tan familiar, que parecía que jugabas con los personajes
o te metías dentro del pantalla para estar dentro de la vecindad del
amigo chavo.
Todos
los personajes tenían algo especial: El chavo ese chico pobre pero
feliz, travieso y aventurero, bruto de verdad pero bondadoso como
nadie. La chilindrina, esa niña insoportable y llorona pero amiga
como ninguna. Quico ese niño malcriado, insoportable y bruto que su
madre no le dejaba jugar con nadie de la vecindad porque no estaban a
su nivel. Don Ramón un señor mal humorado siempre tratando de
evitar pagar la renta al señor barriga. Doña Florinda, la madre de
Quico, una señora amargada que odia su vecindad pero no puedo salir
de ella y esta eternamente enamorada del Profesor Jirafales. La
bruja del 71 que vive por conquistar a Don Ramón pero él siempre la
evita. El señor barriga que no puede cobrarle la renta a Don Ramón
y siempre recibe un golpe inesperado del Chavo. Todos estos
personajes hacen de esta serie una sesión infinita que no se puede
dejar ver cuando eres un niño.
Roberto
Gómez Bolaños (Chespirito), creador, guionista e interprete del
chavo nos supo emocionar con esta serie infantil durante muchos años
y hasta el día de hoy se puede seguir viendo en televisión en
muchos países de habla hispana.
La
historia de este autor es muy emocionante. Es ingeniero de profesión,
ex futbolísta y boxeador. Pero lo que fue de verdad su vocación fue
la de escritor. El apodo chesperito se lo puso el director de cine
Agustín Delgado en una comparación con Shakespeare pero en
diminutivo ya que Gómez Bolaños mide menos de 1,60.
Gracias
a sus guiónes y libretos tan originales para radionovelas, programas
de televisión y cortos para cine llegó hacerse conocer en el
ambiente artístico y a finales de los 70 le dieron la posibilidad de
hacer sus primeros sketchs televisivos ( “Los supergenios de la
mesa cuadrada y “El ciudadano Gómez”) hasta llegar a su programa
de oro El Chavo del 8.
El
chavo del 8 es y será siempre esa serie que nos remonta a nuestra
infancia, a los amigos, al barrio, a la travesuras... En fin a la
inocencia que prácticamente nos hemos olvidado.
A
salud de Roberto Gómez Bolaños
Eustolio
Gómez.
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