Para mi, Málaga es como
cualquier otra ciudad, y lo digo con criterio porque he estado en
Ámsterdam, Londres, París, New York, Japón y Rusia. Bueno, todo
esto es mentira, viajar es de modernos sin estilo, no he salido de mi ciudad
natal en mi maldita vida, solo una vez fui a Salou (Barcelona) y fue
por viaje de fin de curso; y no recuerdo nada significativo de ese
penísculo (y eso que por aquella época todavía no bebía bebidas
alcohólicas, solo mi crack; a mi mi crack que no me quiten).
Bueno, a lo que voy, que
habiendo visto tan poco mundo, al venir a Málaga me tendría que
haber sorprendido o algo así, pero a mi parecer esta ciudad del
demonio es estúpida y no veo a Dios por ninguna parte, exceptuando
en mi ancla delantera y el peludo puerto de embarque.
Pero si tengo que elegir
obligatoriamente un lugar concreto, elijo la playa. A ver si me muero
ya. En la playa te bañas y te da “gustito” si aprender a orinar
sin tragar agua con el “pito”. Hay chicos guapos con pulseras
bonitas y yo entiendo que lo que les pasa es que no saben lo que les
pasa. Hay algo muy gangsta que se puede hacer solo en la playa, y
está al alcance de cualquiera, si, estoy hablando tragar agua del
mar sin querer, con suerte después de que te “rompa” una ola.
Bueno, adiós. Este
trabajo del blog está empezando a ser cansino, a mi ya no me hace
ninguna ilusión.
¡Me parto!
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