Mis cómics, mis puertas a otra
realidad... Igual soy el raro de la familia, el que no crece nunca,
el que sigue disfrutando de las viñetas como si fuesen ventanas a
otro universo, el niño grande...
Pero me gusta ser como soy. También me
gustan los que opinan que el cómic es para niños, me encanta
discutir con ellos. Intentar hacerles ver que el arte secuencial nace antes incluso que el propio lenguaje estructurado es como tratar de
enseñar latín a un mapache en celo... Pero me encanta intentarlo,
es mi oportunidad para explicar una pasión, para tratar de situar a
quien escucha en los ojos de un enamorado de aquel que llaman el
noveno arte.
No
puedes morir sin haberte emocionado con las viñetas de Eisner
o sin haber elogiado la
creatividad infinita e inagotable de Moebius... El
cómic me atrapó a los cinco años y no quiso soltarme jamás.
El
cómic me ha hecho llorar, reír, estremecerme, me ha hecho desear
estar dentro de esas páginas y vivir situaciones que nunca podrían
representarse en la gran pantalla o en una novela con tantísima
fuerza. El cómic ha hecho que desee con todas mis fuerzas ser algo
más para el, y puede que por ello me haya elegido a mí... puede que
por su culpa haya elegido ser dibujante, pero nunca he estado tan
orgulloso de mí mismo, porque se que con mi profesión, el cómic y
yo moriremos juntos.
F.L.A.S.H.
No hay comentarios:
Publicar un comentario