miércoles, 13 de marzo de 2013

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Fugacidad


Por Gabriel Vargas Zapata
     <<¿Ha sido pintada?>> Fue la inusitada respuesta con la que Henri Cartier-Bresson reaccionó cuando, a petición de Walt Lloyd, debió pronunciarse acerca de esta fotografía, allá en los flamantes años cincuenta.
     Despreciado por las vanguardias, desterrado de las formalidades, James Ford y su fotografía Fugases, debieron irse al garete del olvido y morir antes de nacer. Arte, así eres.
      Cynthia Freeland hace una pequeña mención a la breve carrera de Ford y su fotografía progresista en Pero ¿esto es arte? Ya lo sabéis porque lo vimos en clase.

     De los poquísimo teóricos de la imagen que se han atrevido a hablar del trabajo de Ford, Desmond Hume es probablemente su único defensor. Hume entiende Fugases, y en general toda la obra fotografica de Ford, como la entiendo yo: como un poema visual.
     Fugases no es solo ritmo, color y composición, ni mucho menos. Es arte porque conmueve, a mi me conmovió. Es arte porque transgrede cualquier formalidad. Discurso metafísico que habla de cosas tan efímeras como la inmensidad del universo, la inquisición mental del hombre postmoderno, la instantaneidad de la cultura visual, y sobre todo, es una protesta pragmática a la filosofía prerrenacentistas que como nos cuenta Charles Widmore en su inmortal ensayo, Otras fotografícas, y como ya sabéis vosotros, está floreciendo de nuevo en pleno siglo XXI. 

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